José María Aznar, político del conservadurismo de España, se reunió en privado con Cristina. Resulta que recién asumió como Director de Barrick Internacional y quería asegurarse que el "modelo kirchnerista" seguirá favoreciendo los negocios mineros del grupo que representa. Por supuesto que CFK le dió esa seguridad.
Esta información fue extractada del "popular y democrático" Ambito Financiero, en su sección "charlas de quincho"
Para tener en claro hacia dónde nos lleva la "reafirmación del modelo"
Movida Ambiental
http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=590616
Por este país tan agitado de internismo pasó durante tres días el expremier español José María Aznar, el que prometió nunca volver al poder en su país pero al que pocos le creen ahora cuando su partido, el Popular, que tiene a Mariano Rajoy como abanderado, está en las mejores posibilidades de suceder al declinante socialismo de Rodríguez Zapatero. Hombre con muchos amigos en la Argentina, este conservador se instaló en el Palacio Duhau de Buenos Aires y buscó entrevistarse con todo el arco político, empezando con Cristina de Kirchner, con quien habló de su verdadero propósito para visitar la Argentina, que no fue sólo mostrarse con Mauricio Macri, amigo de siempre. Aznar no sólo representa a fondos de inversión con intereses en el país -uno de ellos tiene fuertes negocios inmobiliarios en Córdoba-. También viene de asumir como director de la minera Barrick Internacional, cuyos intereses parecen siempre amenazados por las campañas ambientalistas, y quiso saber si la Argentina en un nuevo Gobierno Kirchner modificaría su posición frente a esta actividad. Se fue tranquilo porque no habrá cambios, a diferencia de los que amenaza Humala en Perú; los Kirchner vienen de una provincia minera y saben que es algo clave para la economía de los estados con ese recurso. Es el motivo por el cual el Gobierno apoyó el proyecto de peri-glaciares que perdió la batalla en el Senado frente a los ambientalistas, a los que se les unió por sorpresa el senador Daniel Filmus. Este legislador terminó por ese posicionamiento contra la Casa de Gobierno -además precipitó una derrota para el Gobierno- de perder el favor del oficialismo, y se comprueba en el apoyo a reglamento que hace de su candidatura porteña.
Sobre esto y otras cuestiones habló Aznar en la decena de reuniones que tuvo en Buenos Aires; la más estridente fue la cena del lunes en casa de Valeria Mazza y Alejandro Gravier, sobre el río en Acassuso. Los dueños le acercaron un lote de invitados entre quienes estaban Mauricio Macri y Juliana Awada, Mirtha Legrand, Santiago y Eva Soldati, Alejandro Mac Farlane, Ernesto Gutiérrez, Jorge Sánchez Córdoba, el ministro macrista Francisco Cabrera, «Tato» Lanusse y hasta el modisto «Beni» Fernández. Les ofrecieron como postre una torta cuya confección total se atribuyó la dueña de casa, y su marido tuvo un desprendimiento de su bodega cuando abrió varias botellas de un vino Norton (el Gernot Langes, dicen que cuesta más de u$s 100 la botella; no quedó ninguna). Ante este auditorio, Aznar estuvo sentencioso ante las preguntas tópicas sobre cómo ve al país. Se cuida de hacer criticas al kirchnerismo cuando hay más de dos personas. «No he venido a hablar de gobiernos», elude. Hoy es un hombre de negocios y no son oportunos los enemigos innecesarios, más cuando en esa tarde de lunes había estado con hombres que tienen precepciones distintas, como Eduardo Eurnekian. En sus conferencias sostiene el argumento de que América Latina tiene una gran oportunidad porque hay un espacio que dejan vacante el exitoso BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y el grupo de países que pierden influencia, como los del G-7, Estados Unidos, Japón y la Unión Europea. La clave de esa oportunidad, dice, es el crecimiento de las clases medias en la región, un proceso más que interesante. En la cena en lo de Gravier, gustó mucho su crítica a la inseguridad en los países de la región (supera, dice, en tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes a Africa, Europa del Este y a los países industrializados de Europa). Pero remató con preguntas sobre qué habría que hacer. El resto de la semana, hasta el miércoles, cuando pudo recién bajar por los problemas con los vuelos, estuvo en almuerzos como el de la casa de Santiago Soldati, también con intereses en la actividad minera, y una serie de cafés en donde estuvieron, de nuevo, Macri, la senadora María Laura Leguizamón, Carlos Avila y otros que lograron ver al español sin que nadie se enterase. En algo andarán. Contra lo que algunos esperaban, en estas elecciones no hay compromisos de ayuda del PP español al macrismo. Las reuniones con el candidato a la reelección en la jefatura porteña fueron largos paseos por la agenda internacional pero sin que se concluyese, como ocurrió en anteriores elecciones, en apoyo alguno para una campaña que Macri prefiere limitar a unas pocas acciones que no perturben el resultado ganador que espera por lo menos en la primera vuelta del próximo domingo.
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