Pablo y compañeros:
He visto la película y es excelente. Es tal vez una de las mejores películas documentales sobre la cuestión minera. Sus autores decidieron contar sólo el caso Esquel y seguramente guardarán para otro filme el material de San Juan, etc. que hicieron conmigo y con Hugo hace más de cuatro años.
Me pidieron la frase para titular VIENEN POR EL ORO VIENEN POR TODO, porque Tomás Montenegro, protagonista de la película, les había dicho que esa expresión, pronunciado por mi el 7 de septiembre de 2002 en la escuelita de Esquel -convertida en la primera asamblea- le sirvió a él como comunicador y además para salir a pintar paredes. La película comienza con Tomás haciendo eso, un grafiti con ese texto, y luego parte raudamente en un auto. Así surge el título que precede a la historia filmada.
La película la vi en privado, con sus realizadores, cuando estaban preparando el master para enviar a Amsterdam. Me pidieron permiso para usar ese título, cosa a la que accedí de inmediato. Les dije y ratifico aquí que el cuidado de las imágenes y la narración de la historia es de tal pulcritud que seguramente le darán más de un premio importante. La película es bellísima y me emocionó hondamente. Sobre todo por el papel de Tomás, a quien "utilizan" como hilván para contar la historia del activismo y movilizaciones en Esquel durante el No a la Mina. El papel de él, como el de tantos otros fue brillante. Mi amistad con Tomás y con todo el grupo inicial, fue y es permanente (leer el primer capítulo de mi libro EL ORO DE ESQUEL, allí lo menciono) porque de ese modo seguimos involucrados en la misma lucha. Ningún documental de TV, sobre el Esquel no a la mina, logró en mi el impacto estético de VIENEN POR EL ORO VIENEN POR TODO.
Esta película de Pablo D’Alo Abba y Cristian Harbaruk es una obra de arte que emociona por su contenido magistralmente tratado, con imágenes tan bellas como impactantes. Es un trabajo perfecto porque reúne el testimonio con rigor documental, filmado en el mismo momento de los hechos, instantes -incluso- del 23 de marzo de 2003, cuando el plebiscito derrumba finalmente las pretensiones mineras de la corporación canadiense Meridiam Gold. Los planos filmados y las entrevistas elegidas describen, con cadencia oportuna y ritmo ejemplar, la historia que envuelve al espectador dentro de un cine-verdad logrado plenamente, esto es, credibilidad y estética.
Es mi opinión.
Javier Rodríguez Pardo
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