Congreso Forestal Mundial en la mira
Ricardo Carrere(*)
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El Congreso Forestal Mundial se reunió en Buenos Aires,
convocado por la FAO y el gobierno argentino. Si bien posee
sólo "funciones consultivas", se trata de un evento muy influyente y lo que
de él salga tiene fuerte probabilidad de ser aceptado y aplicado por
los gobiernos. Ello explica la preocupación que generó en muchas
organizaciones populares, sociales y ambientales.
Movilizaciones
En Buenos Aires, cientos de personas acudieron al llamado de La Via
Campesina y marcharon, en vísperas del Congreso Forestal Mundial, desde
el Ministerio de Agricultura hasta la Plaza de Mayo, donde se concentraron
para leer una proclama. Allí reclamaron soberanía alimentaria y exigieron parar
la deforestación y realizar una reforma agraria que garantice a las comunidades
poder vivir y producir en sus tierras.
Enfatizaron que la agricultura familiar y campesina se ve acorralada y expulsada
del campo por el agronegocio, que incluye los monocultivos forestales.
En dicha proclama se reflejan los principales motivos de preocupación
sobre las consecuencias que pueden resultar de las recomendaciones de este
Congreso: la apropiación de tierras, la destrucción de bosques y su sustitución
por monocultivos de árboles.
Tal preocupación se entiende claramente al ver lo que el Congreso
entiende por "bosques" y por "manejo sustentable de bosques"
y la importancia que le asignó a la producción de madera a partir de los
monocultivos de árboles, disfrazados bajo el rótulo de "bosques plantados".
Por tal razón, y coincidentemente con la apertura del Congreso,
centenares de representantes de movimientos indígenas y campesinos
y organizaciones sociales de Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay y
numerosas provincias de Argentina llegaron a Buenos Aires, donde
participaron durante tres días en jornadas de intercambio y formación,
así como concentraciones y marchas.
El día de la apertura del Congreso, el 18 de octubre, la cita popular fue en
Plaza Italia, en torno al Festival de los Pueblos que viven con los bosques.
Entre música, cantos y danzas, una colorida y enérgica manifestación llegó
hasta las puertas del predio cercano, donde se realizaba el Congreso,
portando carteles con consignas como "Las plantaciones no son bosques",
"Parar la forestación. Sí a la diversidad productiva. No a los monocultivos
forestales", "Un monocultivo no es un bosque", "Resistiendo
a los agronegocios", "Soberanía alimentaria", "Tierra, agua y justicia".
Tales consignas se explican fácilmente, ya que los "bosques
plantados" promocionados por el Congreso son en realidad los mismos
monocultivos de árboles que están teniendo graves impactos sobre la
subsistencia y el medio ambiente de poblaciones del mundo entero.
Para agravar aun más el problema, el Congreso también promovió
la necesidad de "incrementar la capacidad productiva" de los bosques
a través de la "modificación genética" de las principales especies usadas
en plantaciones, como pinos y eucaliptos. Ello no sólo implicaría el
grave peligro de la contaminación de especies nativas con polen de árboles
transgénicos, sino que además el empleo de árboles genéticamente
modificados exacerbaría todos los impactos de los monocultivos actuales:
árboles de crecimiento más rápido agotarán el agua más rápidamente,
habrá una mayor destrucción de la biodiversidad en desiertos biológicos
de árboles modificados para ser resistentes a insectos y no dar flores,
frutos ni semillas, y se destruirá el suelo a un ritmo mayor mediante el
aumento de la extracción de biomasa.
Otros motivos de preocupación fueron la promoción de
"biocombustibles industriales", la plantación de "bosques energéticos",
la venta de servicios ambientales y la promoción de un mercado de carbono
vinculado a plantaciones y bosques.
Oportunidad de negocios
Ni corto ni perezoso, el sector forestal argentino vio una excelente
oportunidad de negocios. La expectativa empresarial se venía
manifestando desde hacía varios meses a través de una creciente presencia en la
prensa. Se informaba, por ejemplo, que "luego de la feria forestal en Misiones",
los madereros ponían la mirada en el Congreso Forestal Mundial "para
concretar acuerdos en rondas de negocios en las que participarán casi
doscientos empresarios de veintiséis países diferentes".
El Congreso organizó una serie de tours para los participantes. Uno
de ellos abarcó las provincias de Corrientes y Misiones (con extensas
plantaciones de pinos y eucaliptos), donde los empresarios extranjeros
pudieron ver los "bosques plantados" de varias empresas forestales.
Por supuesto, nada se les habrá dicho acerca del hecho de que una
empresa de celulosa chilena (Alto Paraná) es propietaria de 233.000
hectáreas de plantaciones de pinos, el diez por ciento del suelo provincial.
Tampoco se les habrá informado que la concentración de la tierra y las
plantaciones han resultado en el cierre de numerosos pequeños aserraderos,
aumentando el desempleo y que hoy el escenario es que el cincuenta y
tres por ciento de la población de la zona no tiene trabajo, y del restante
cuarenta y siete por ciento que tiene ingreso, el ochenta y seis por ciento
gana menos de un salario mínimo.
Nada se les habrá dicho sobre la pérdida de agua, resultante tanto de
la deforestación como del elevado consumo de las plantaciones de
árboles de rápido crecimiento. Ni sobre la pérdida de biodiversidad o la
contaminación de suelos y aguas.
Además, es poco probable que a los empresarios visitantes les haya
interesado otra cosa que el rápido crecimiento de los árboles, la ausencia
de plagas importantes y las "bondades" de la ley forestal argentina, que
promueve los monocultivos de árboles a través de una serie de subsidios. Es
que también para ellos, bajo el ropaje de participantes en el Congreso
Forestal Mundial, éste sólo representa una buena oportunidad de negocios.
Forestales y "forestales"
El problema, tal como lo percibieron claramente quienes se manifestaron
en Buenos Aires y en el mundo entero contra este Congreso, es que
esas oportunidades de negocios implican la instalación de enormes
monocultivos de árboles, que resultan en gravísimos impactos sobre las
poblaciones y el ambiente locales.
Los "expertos", que desde el Congreso cumplieron el papel de
promocionar tales monocultivos bajo el falso rótulo de "bosques
plantados", han cumplido un triste papel como "forestales" y un gran
papel como colaboradores del sector empresarial plantador.
Los verdaderos forestales, es decir, los pueblos que viven con los bosques,
fueron los encargados, fuera del Congreso, de gritar al mundo la sencilla
verdad de que los monocultivos de árboles no son bosques y que la única
opción inteligente posible es decirles "no a los monocultivos forestales".
(*)Ricardo Carrere es coordinador
internacional del Movimiento Mundial por
los Bosques Tropicales.
http://red-latina-sin-fronteras.lacoctelera.net/post/2009/10/29/el-congreso-forestal-mundial-se-reunio-buenos-aires
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