Las mineras, en retirada por culpa de la crisis y del fin del auge de las commodities
En un soleado campo en medio de una densa selva, languidece media decena de grandes máquinas de minería que quedaron inactivas a principios de este año y que no se han movido desde entonces. Cerca, unas barracas militares donde vivían unos 2.000 trabajadores quedaron abandonadas.
"Construíamos un proyecto para cambiar el país", afirma David Smith, director de las operaciones en Guinea del gigante Rio Tinto PLC.
Pero eso fue antes de que el auge global de las commodities se fuera a pique. A fines del año pasado, el gobierno de Guinea sorprendió a la industria minera al comunicarle a Rio Tinto que no se estaba moviendo con la suficiente rapidez en su proyecto de US$ 6000 millones para desarrollar la mayor reserva mundial de mineral de hierro en este país del oeste de Africa. Le arrebató a Rio Tinto los derechos de desarrollar 50% de la mina y los dio a otra empresa.
Este es sólo un ejemplo de cómo la pelea por las riquezas minerales del mundo está fuera de control tras el inicio de la recesión. Mientras en China la atención se ha centrado en la detención de cuatro ejecutivos de Rio Tinto, la tercera mayor minera del mundo, otras chispas se encienden y enfrentan a los países contra las empresas mineras.
El 10 de julio, funcionarios del gobierno ruso amenazaron con revocar las licencias de carbón de ArcelorMittal, una empresa de acero y minería, debido a la amenaza de despidos masivos a causa de la desaceleración en la economía mundial. ArcelorMittal afirmó que planea continuar operando por lo menos dos de las minas existentes en el oeste de Siberia, pero agregó que la producción en esas minas se basaría en la demanda mundial de acero. Aún no hubo despidos, pero Arcelor ya tenía programados una cantidad no especificada de recortes de empleos este mes y otros tantos en noviembre.
Hace tan sólo un año y medio, las mineras recorrían el planeta en busca de recursos porque era la única forma que tenían de abastecer la creciente demanda. El mundo pasaba por un período de auge de las commodities, y el apetito de China por metales y minerales concentraba la demanda existente y hacía aumentar los precios del mineral de hierro, cobre, bauxita, aluminio, para llegar a niveles récord o casi récord.
Sin embargo, una vez que los precios de las commodities comenzaron a caer, las mineras empezaron a recortar costos, lo que preparó el terreno para la aparición de los problemas. El 2 de julio, en Zimbabwe, un gobierno cada vez más impaciente afirmó que revisará todos los contratos mineros e impondrá estrictas fechas límite a partir de las cuales el acuerdo caduca aunque no se hayan explotado los recursos, para que las empresa produzcan minerales y generen ingresos para las comunidades locales.
En Sudáfrica, el mayor sindicato del país exhortó por la nacionalización de las minas del país para mantener un mayor control sobre sus recursos. Zambia quiere impulsar sus participaciones en minas de cobre existentes y nuevas desde 10% y 20 a 35 por ciento para obtener un mayor poder de decisión y así proteger los empleos del sector durante la recesión.
Los puntos de conflicto se producen cuando tanto las mineras como los países ricos en minerales tienen problemas ante un mercado de materias primas que está sus mínimos. Las empresas se interesan menos por invertir en proyectos riesgosos. Los países, desesperados por obtener ingresos, agravan la situación al imponer impuestos y cambios contractuales sobre proyectos mineros ya existentes.
Se prevé que este tipo de acciones acelere el silencioso alejamiento de la industria minera ?que ya está desconcertada por la recesión global? de los países más prometedores pero que son a la vez los más arriesgados políticamente. Este realineamiento reducirá el alcance global del sector y disminuirá su papel en ayudar a apuntalar a algunos de los países más pobres. Esas economías dependen de la inversión privada en minería para transformar sus riquezas enterradas en ingresos y a continuación construir caminos, hospitales y escuelas.
Las empresas mineras temen que los millones, y a veces miles de millones, de dólares que han invertido en exploración, producción equipamiento, personal y logística podrían perderse si los gobiernos deciden nacionalizar sus activos o cambiar los términos de los contratos de forma drástica.
Algunos participantes en el negocio minero admiten que la industria ayudó a crearse sus problemas actuales al negociar contratos que a veces eran desfavorables para los países pobres.
Duncan Sloan, economista de Accenture, afirma que los acuerdos que se alcanzan entre pocos a expensas de muchos fueron en general un sello distintivo de operaciones mineras más pequeñas, a menudo llamadas "mineras junior". En Africa, en especial, las mineras pequeñas se establecieron y luego se retiraron de forma abrupta cuando el mercado de las commodities comenzó a derrumbarse, lo que dejó a cientos de trabajadores sin empleo y produjo una interrupción repentina en el flujo de dólares en concepto de impuestos y derechos con el que contaban los gobiernos. Sloan asegura que Zimbabwe, la República Democrática del Congo y Sudáfrica fueron golpeados por empresas mineras más pequeñas que, según él, se aprovecharon de la relativa falta de experiencia de los gobiernos en las negociaciones, para terminar pagando muy poco por derechos e impuestos. "Ahí también había algunas mineras malas", dice.
Los gobiernos, también, a menudo describían un panorama favorable sobre la cantidad de dinero por derechos e impuestos que podrían ingresar en sus arcas como consecuencia de las operaciones de minería. Cuando colapsaron los precios de las materias primas, esas promesas financieras se desvanecieron y los dejaron ante la situación de tener que responder a residentes locales enojados y trabajadores que se habían quedado sin empleo de repente, además de empeorar el descontento social. Esa es una de las razones principales por las que los sindicatos de Sudáfrica insisten en la nacionalización de la industria.
Con la caída de los precios de las commodities, las mineras son aún más reacias a asumir riesgos. Les preocupa que el gobierno les otorgue un permiso y luego se lo quite una vez que los caminos se hayan construido y la infraestructura esté levantada para extraer el mineral de hierro, procesarlo y transportarlo a los puertos.
BHP Billiton, la mayor minera del mundo, ha optado por reducir sus operaciones de aluminio en África y desviar su atención de Rusia para aumentar la producción de las minas de cobre, uranio y oro en el Sur de Australia. En mayo, cerró un acuerdo para un proyecto conjunto de mineral de hierro con Rio Tinto en la región Pilbara de Australia, valorado en US$ 10.000 millones.
"Queremos concentrarnos, principalmente, en nuestro propio territorio", afirmó Marius Kloppers, presidente ejecutivo de BHP.
Hace poco, Xstrata intentaba tomar el control de un productor de paladio en Africa y varias empresas de oro se lanzaron a Tanzania, Zimbabwe y Madagascar en busca de yacimientos. Ahora casi todos esos planes han sido dejados de lado o aplazados en momentos en que los gobiernos de esos países comienzan a agregarles nuevas cláusulas a los contratos.
Cuando la situación económica era robusta, las empresas mineras consideraban algunas de estas políticas como un precio de hacer negocios. Pero ahora ese costo se ha vuelto muy alto.
"Las mineras ya no están dispuestas a asumir los riesgos", afirma Claire Divver, de Xstrata PLC, que abandonó sus planes para un proyecto de paladio en Africa. Otros también se están retirando. Antofagasta Plc afirmó que cerrará su pequeña mina de cobre Lince en Chile, y un proyecto de US$ 500 millones de arrabio de níquel planeado para Indonesia ha sido desechado por Shanghai Tshingshan Mineral Company Ltd. de China, el socio mayoritario.
La nueva estrategia de Xstrata es crecer a través de adquisiciones, en lugar de nuevas minas costosas y riesgosas. El mes pasado, envió una carta a su mayor competidor, Anglo American PLC, con una propuesta de fusión. Anglo se mostró poco entusiasta ante la idea. Vale SA, de Brasil, la segunda minera del mundo, también considera a Anglo como un posible blanco de adquisición y una forma más conservadora de crecer.
Por Robert Guy Matthews Simandou, Guinea
- AngloGold se constituyó en junio de 1998 a partir del rejunte de minas de oro que operaba AngloAmerican. En abril de 2004 se fusionó con Ashanti Goldfields, dando origen a la actual AngloGold Ashanti, con sede en Johannesburgo, que hoy es la tercera productora de oro en el mundo.- AngloAmerican fue accionista mayoritaria de AngloGold (51,5% en 2002). Pero a partir de 2006, AngloAmerican, con sede en Londres, empezó a vender sus acciones de AngloGold Ashanti, y en marzo de 2009 terminó de vender las que le quedaban, de modo que ya no tiene ninguna participación en AngloGold Ashanti.
- AngloAmerican sigue teniendo una presencia fuertísima en Sudáfrica (la mayor entre los 45 países donde opera), con platino, diamantes, carbón, cobre, plomo, manganeso, aluminio, hierro. Tiene 40 unidades de producción en Sudáfrica, entre minas, refinerías, viñedos y otros agrícolas. Controla el 80% de Anglo Platinum y el 45% de De Beers (diamantes).
- AngloGold Ashanti tiene 21 minas en 10 países, de las cuales 7 en Sudáfrica (otros países: Ghana, Guinea, Mali, Namibia, Tanzania, Argentina, Brasil, Australia y Estados Unidos). Está explorando nuevos yacimientos en Colombia, Congo, Australia, Filipinas, China y Rusia.
Recordemos: Cristina Fernandez declaró de interés público el proyecto Potasio Rio Colorado el año pasado, y recibió a la empresa en Casa Rosada.
¿O será muy mal pensado?
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