Escrito por Por ASM |
Domingo, 19 de Julio de 2009 13:37 |
No es acaso un juego de espejos el que se da con la merluza, en el que se refleja de manera simétrica el descuido hacia los recursos naturales que se adivina en las políticas oficiales?. En esa alquimia destructiva se inscribe la resolución 78 de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos que dispuso que la actividad pesquera no utilice por 180 días el dispositivo que permite que los peces más pequeños puedan escapar. El DEJUPA (dispositivo de selectividad utilizado en las redes de arrastre que no permite la huida de los ejemplares de merluza común de menor tamaño), se estableció en septiembre de 2000 con carácter 'obligatorio', aunque nunca fue utilizado en forma efectiva, por un insuficiente esfuerzo de control y fiscalización y una resistencia del sector privado a implementarlo. No fue hecho al azar: el 70% de la población adulta de merluza común ya ha desaparecido del mar Argentino en las últimas dos décadas. En sintonía con este desmanejo del recurso pesca, atado a intereses políticos y económicos, la misma secretaría –a cargo en los papeles de Carlos Cheppi- se negó a dictar la resolución sobre los cupos exportables de sábalos. Ese incumplimiento –otro más en las áreas que afectan directamente los recursos naturales y el medio ambiente- tuvo como consecuencia la primera rebelión de un territorio provincial. La provincia de Santa Fe fijó per se un volumen máximo total de captura para la exportación de la especie sábalo en 4.000 toneladas hasta el 31 de diciembre del corriente año. Los espejos también sirven para reflejar la hipocresía de las clases dirigentes supuestamente mas ilustradas. En un país donde la pelota no se mancha, si lo hacen la universidades nacionales. Es una mancha de cianuro que se expande sobre esas instituciones a causa de la avidez por el dinero y la falta de investigación –increíblemente- de los dirigentes universitarios agrupados en el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN). Aceptar aportes económicos de parte las empresas mineras como La Alumbrera Limited y Yacimientos Mineros Aguas de Dionisio (YMD), pasando por alto las acciones contra los derechos fundamentales de los ciudadanos cometidas por estas empresas en varios puntos del continente, es por lo menos vergonzante. Así lo creyeron en el Consejo Directivo de la Facultad de Psicología de la Universidad de Córdoba, que resolvió rechazar los fondos. Y el juego de espejos continúa y afecta a todos los estamentos, también a las Organizaciones No Gubernamentales. Erigidas como las más representativas y visibles defensoras del ambiente, su alejamiento del público afectado los encierra cada vez más en pequeños reductos útiles para conferencias y discusiones entre pares. Afuera, los vecinos se autoconvocan y empiezan a cuestionar. Y lo hacen fuerte. Lo sabe esto la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), que se ha visto envuelta en serias acusaciones por parte de la Unión de Asambleas Ciudadanas. Greenpeace, en tanto, invierte 23 millones de euros para construir un nuevo barco, el Rainbow Warrior III (Guerrero del Arco Iris), que seguramente alguna vez tocará las aguas del Riachuelo, una causa abrazada por la organización después de un largo olvido. La brecha entre quienes participan del show y quienes sufren de la dura realidad se sigue ensanchando. Sinuosas imágenes se reflejan también desde el Río Uruguay. La imponente Botnia anuncia que se va, pero se trata nomás del flirteo capitalista previo a los grandes negocios. Cambió el dueño de las acciones pero la fábrica sigue inmune a estos movimientos financieros y lanza sus polutas si pausa por la enorme chimenea. En tanto, septiembre será el mes de inicio de las audiencias públicas en que Argentina y Uruguay jugarán a ponerse en desacuerdo. Finalmente el Tribunal de La Haya decidirá lo que todos saben para dirimir el conflicto. Para los asambleístas de Gualeguaychú ese capítulo está cerrado y no cambiará en nada la situación, léase corte de ruta hasta que la fábrica no abandone el lugar. Espejos defectuosos para el Banco Mundial, que reaccionó ante la instancia judicial en que cayó la obra madre del jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri: el arroyo Maldonado. Rápido de reflejos, y antes de quedar asociado a una modificación del proyecto que podría tener consecuencias ambientales, el organismo internacional movió sus fichas –funcionarios- y puso al frente a una especialista en el tema ambiental. Macri, incólume, anunció que seguirá adelante con las obras. El exterior no es ajeno a este laberinto lúdico. El mar –espejo inigualable- es el territorio donde se desarrolla una batalla sin par. El proceso de contaminación también se moviliza sobre las aguas en grandes y costosos barcos. Las organizaciones conservacionistas pusieron la mira en el sector y comenzaron a presionar a la Organización Marítima Internacional (OMI) para que ponga un límite a la situación. Las grandes embarcaciones emiten 450 mil toneladas y para el año 2050 representarían representar alrededor del 20 por ciento de las emisiones globales. En tanto, las Naciones Unidas podrían vetar a partir de 2011 el ingreso en la Antártida de embarcaciones que carguen o utilicen combustibles con una densidad mayor a 900 kilogramos por metro cúbico (HGO por sus siglas en inglés), conocidos como combustibles “pesados”. Los grandes perdedores en este caso serían las empresas de cruceros que verían mermar en un 45 por ciento sus ingresos. Turismo y Ambiente vuelven a colisionar. Por su parte, los pueblos indígenas reflejarán en Copenhague –donde realizarán una cumbre paralela a la XV Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático- la imagen opuesta a la de los gobernantes y sus socios en el mundo económico y social. Se enfrentarán dos formas diametralmente opuestas de ver el problema, sus culpables y la posible solución. Las aguas se dividen y los unos responsabilizan a los otros, como es el caso de China y los países de la Unión Europea. Asentados en el convencimiento de que deben seguir con el acelerador apretado para conseguir el máximo crecimiento, los chinos –que actualmente son los mayores emisores de gases de efecto invernadero- no piensan renunciar a su destino. Desesperados, los europeos se llegaron hasta la misma Beijing para tratar de influir en un cambio de rumbo. No leyeron a Mao. Espejos rotos. http://www.medioymedio.com.ar/nacionales/741-la-semana-que-se-va-.html |
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