El papá del pequeño fallecido hace unos días comentó que junto a su familia, integrada por él, su esposa y cuatro hijos, vivían cerca de un tendalero de producción de tomates.
“Estábamos viviendo en una casa prestada, a menos de 15 metros de una chacra con cultivo de tomates, a veces venían con el viento olores fuertes del veneno, le pedí varias veces a los dueños que bajen el lateral para que no venga tanto”.
“Las criaturas tenían síntomas, les dolía la cabeza, se me empezaron a morir los animales que tenía, algunos perros, chanchos y gallinitas”, dijo.
En tanto, “el dueño de la propiedad, aparentemente, era intendente del pueblo, entonces tomé la decisión de irme, aunque era mucho lo que iba a perder”, siguió con su relato José David.
“Salimos de allí pero ya era muy tarde, el chico no quería tomar la leche, no era más él. Luego lo llevaron al médico, tenía vómitos”.
(Luego, en otra parte de su testimonio, José David diría que los chanchos que tenía en su granja murieron tras padecer los mismos síntomas: vómitos reiterados).
Continuando con su relato, dijo que luego de verlo un profesional de la salud en Santa Lucía, “le dan el alta pero el chico seguía lo mismo, le llevamos al Hospital de Lavalle y de ahí al de Goya. Allí hacen la derivación a Corrientes”.
El director del hospital de Goya autorizó la derivación, pero “se olvidaron de prestar la mascarilla de oxígeno sabiendo las condiciones en que estaba el chico, él llegó en coma”.
“No responsabilizo a nadie pero no quiero que esto le vuelva a pasar a otra persona. Me quedé muy mal porque le llevamos a Buenos Aires con muy pocas esperanzas. Allá los doctores le pelearon hasta la última”, mencionó.
Luego, su esposa, María Eugenia, mamá de José Carlos, dijo que en el Hospital de Lavalle en un primer momento le diagnosticaron a su hijo un cuadro de neumonía. Le suministraron suero y el chico empezó con cólicos, lo que determinó su pase al sector de Terapia Intensiva.
(Más tarde, en otro de los nosocomios donde el niño fue derivado, otro de los diagnósticos se vinculaba con un cuadro hepático, para lo cual era necesaria una diálisis).
“El chico tenía convulsiones, deliraba mucho, tenía cólicos. Mirándole el ojo le dieron un diagnóstico”, había comentado minutos antes durante la entrevista el padre del pequeño, dejando entrever cierta confusión de parte de los profesionales en la determinación fehaciente del cuadro.
“Estaba ido el chico”, recordó José David, quien preguntó: “Por qué dan tantas vuelta cuando estamos hablando de una criatura de 4 años, ¿quienes son los que nos tienen que cuidar a nosotros?.
“Días antes cerca de donde estábamos viviendo, se murieron dos vacas. A mí me robaron mi hijo de 4 años, ¿qué más tiene que pasar para que tomen medidas?”, interrogó el desolado padre.
Lo cierto es que el niño, con esos síntomas tan avanzados, llegó prácticamente sin expectativas de vida al Hospital Garrahan de Buenos Aires, a dónde fue trasladado de urgencia en el avión sanitario de la provincia de Corrientes.
Según comentó con tristeza María Eugenia, desde un primer momento, los profesionales de dicho nosocomio fueron claros con la familia, hasta que finalmente al pequeño se le diagnosticó muerte cerebral.
No obstante desconocerse aún los resultados de las muestras obtenidas para determinar la causa de su fallecimiento, los padres de José Carlos no dudan de que lo que motivó el deceso fue por causa de los efectos letales de sustancias vinculadas a agro químicos, considerando que, en general, todos los miembros de la familia, de un tiempo a esta parte venían padeciendo algunos síntomas muy sugestivos, tales como sangrado de nariz, temblores, vómitos y todo tipo de descomposturas inusuales.
“Estábamos viviendo en una casa prestada, a menos de 15 metros de una chacra con cultivo de tomates, a veces venían con el viento olores fuertes del veneno, le pedí varias veces a los dueños que bajen el lateral para que no venga tanto”.
“Las criaturas tenían síntomas, les dolía la cabeza, se me empezaron a morir los animales que tenía, algunos perros, chanchos y gallinitas”, dijo.
En tanto, “el dueño de la propiedad, aparentemente, era intendente del pueblo, entonces tomé la decisión de irme, aunque era mucho lo que iba a perder”, siguió con su relato José David.
“Salimos de allí pero ya era muy tarde, el chico no quería tomar la leche, no era más él. Luego lo llevaron al médico, tenía vómitos”.
(Luego, en otra parte de su testimonio, José David diría que los chanchos que tenía en su granja murieron tras padecer los mismos síntomas: vómitos reiterados).
Continuando con su relato, dijo que luego de verlo un profesional de la salud en Santa Lucía, “le dan el alta pero el chico seguía lo mismo, le llevamos al Hospital de Lavalle y de ahí al de Goya. Allí hacen la derivación a Corrientes”.
El director del hospital de Goya autorizó la derivación, pero “se olvidaron de prestar la mascarilla de oxígeno sabiendo las condiciones en que estaba el chico, él llegó en coma”.
“No responsabilizo a nadie pero no quiero que esto le vuelva a pasar a otra persona. Me quedé muy mal porque le llevamos a Buenos Aires con muy pocas esperanzas. Allá los doctores le pelearon hasta la última”, mencionó.
Luego, su esposa, María Eugenia, mamá de José Carlos, dijo que en el Hospital de Lavalle en un primer momento le diagnosticaron a su hijo un cuadro de neumonía. Le suministraron suero y el chico empezó con cólicos, lo que determinó su pase al sector de Terapia Intensiva.
(Más tarde, en otro de los nosocomios donde el niño fue derivado, otro de los diagnósticos se vinculaba con un cuadro hepático, para lo cual era necesaria una diálisis).
“El chico tenía convulsiones, deliraba mucho, tenía cólicos. Mirándole el ojo le dieron un diagnóstico”, había comentado minutos antes durante la entrevista el padre del pequeño, dejando entrever cierta confusión de parte de los profesionales en la determinación fehaciente del cuadro.
“Estaba ido el chico”, recordó José David, quien preguntó: “Por qué dan tantas vuelta cuando estamos hablando de una criatura de 4 años, ¿quienes son los que nos tienen que cuidar a nosotros?.
“Días antes cerca de donde estábamos viviendo, se murieron dos vacas. A mí me robaron mi hijo de 4 años, ¿qué más tiene que pasar para que tomen medidas?”, interrogó el desolado padre.
Lo cierto es que el niño, con esos síntomas tan avanzados, llegó prácticamente sin expectativas de vida al Hospital Garrahan de Buenos Aires, a dónde fue trasladado de urgencia en el avión sanitario de la provincia de Corrientes.
Según comentó con tristeza María Eugenia, desde un primer momento, los profesionales de dicho nosocomio fueron claros con la familia, hasta que finalmente al pequeño se le diagnosticó muerte cerebral.
No obstante desconocerse aún los resultados de las muestras obtenidas para determinar la causa de su fallecimiento, los padres de José Carlos no dudan de que lo que motivó el deceso fue por causa de los efectos letales de sustancias vinculadas a agro químicos, considerando que, en general, todos los miembros de la familia, de un tiempo a esta parte venían padeciendo algunos síntomas muy sugestivos, tales como sangrado de nariz, temblores, vómitos y todo tipo de descomposturas inusuales.
“Nuestro pueblito se está cayendo a pedacitos. No quiero que esto se vuelva a repetir y que a nadie le pase lo que nos pasó a nosotros y a los Arévalo. Que la gente tome conciencia, acá no hay política, sí una criatura que murió y fue enterrada”, señaló José David Rivero como mensaje final, dirigido especialmente a los medios, a los que pidió acompañamiento en el camino de esclarecer este caso aún inexplicable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario