En este sentido suscribimos íntegramente la réplica que publica Norberto Costa (El debate minero y el peligro de confundir) refutando el libelo de la socióloga del CONICET, que “hasta ayer” era partícipe apologética de la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC) como consta en innumerables grabaciones y filmaciones, y ahora insinuantemente arrepentida.
Quien esto escribe, transitó en la más absoluta soledad, sin académicos teorizantes, el comienzo de rebeliones autoconvocadas contra la mega minería hidroquímica metalífera a cielo abierto, hace ya una década: por entonces -y al respecto- los únicos padres de la teoría era los innumerables pobladores y sus comunidades afectadas por el invasor minero, con quienes hicimos rodar, de sur a norte del país, decenas de asambleas horizontales y movilizaciones sociales funcionando por consenso y juramentándonos la prohibición de cabalgar con partidos políticos, cualquiera sea su signo o color, por el simple hecho de no haber sabido dar respuesta a los reclamos populares o haber traicionado su voluntad.
El escrito aludido de la socióloga, en línea coincidente con el diario que lo publica, peca de ignorancia al referirse a las asambleas cuando sostiene que “han tenido desde su formación distintas posiciones en relación con el Estado”, pero al mismo tiempo alimenta sospechas al sostener que “siempre han buscado alianzas con terceros”; tal vez pretexto obligado de la autora sugiriendo un supuesto vínculo societario de éstas asambleas con el multimedio Clarín, etc. Pensarlo es una aberración, transmitirlo es una felonía.
Nosotros también estuvimos en el corte de acceso a los yacimientos mineros del Famatina en momentos cruciales de la rebelión popular de los riojanos, las semanas mediáticas aludidas, cuando los ciudadanos veían en las imágenes televisivas del multimedio la oportunidad de nacionalizar el debate sobre una minería que los levantamientos cuestionan, frenan y expulsan. Señalar como hecho trascendente la dicotomía de los pobladores en torno de Clarín-Gobierno, con aplausos de unos y rechifles de otros es tan irrelevante como falso. No ocurrió tal cosa si bien entre unos pocos asambleístas se juzgaba la monumental concentración, y la posterior caravana con cientos de vehículos, como hechos impactantes de un pronunciamiento general contra la mega minería en cuestión, a sabiendas de sentirse utilizados en una disputa que los tiene como convidados útiles, pero genuinos propietarios de unas imágenes que sacudieron el continente y latitudes aún más lejanas. No es una resistencia, Famatina fue y es una rebelión popular que aún sigue girando por los medios masivos y por aquellos alternativos utilizados por los autoconvocados. Desechar un medio masivo cuando se lo tiene al alcance de la mano mientras el aparato oficial de gobierno mira de reojo y en silencio acciones represivas y desliza al mismo tiempo la aplicación de una ley antiterrorista que enluta a la democracia, sería de suma torpeza y no cabe en mentes que se alzan en decididas puebladas, asumiendo con sus cuerpos que la suerte está echada.
Javier Rodríguez Pardo
Movimiento Antinuclear del Chubut (MACH)
Red Nacional de Acción Ecologista (RENACE).
Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC)
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