Cristina Fernández de Kirchner no cesa de asombrar a los argentinos. El pasado 9 de febrero, en una de sus casi cotidianas apariciones televisivas, en esta ocasión mediante una video conferencia desde la Casa Rosada efectuada con motivo de la inauguración de obras de una empresa cementera de Olavarria, mantuvo una amena conversación con el Sr. Vicepresidente Boudou.
Dado que el locutor oficial, tras anunciar a los funcionarios públicos y autoridades de la empresa presentes, omitió mencionar a un señor parado junto a ellos, camuflado de minero con un simpático casco amarillo, Boudou hizo una pausa en su afición por sonreír con desmesura y aplaudir vehementemente ante cualquier expresión de la Sra. Presidenta, y presentó a este personaje, definiéndolo como “un trabajador de la empresa”. Sobre la verdadera identidad de, según la Presidenta, “Antonio”, que en realidad se llama Armando César Domínguez, ya numerosos medios, incontables páginas de Internet y miles de usuarios de redes sociales se han ocupado de aclarar, con no poca ironía, que es un encumbrado dirigente del PJ de la mencionada localidad, y del sindicato AOMA (Asociación Obrera Minera Argentina). En uno de los pasajes de esta bufonada montada por autoridades nacionales, Cristina dijo que nadie puede acusar a Domínguez “de ser hombre de la Barrick”, ocultando que AOMA, cuya conducción nacional integra el nombrado, solicitó –en conjunto (o mejor, en complicidad) con la Cámara Minera de San Juan, y otras entidades privadas relacionadas con la minería- y obtuvo un fallo judicial que ordena la suspensión parcial de la ley de protección de glaciares (n º 26.639) en la provincia de San Juan, resolución que –por curiosa coincidencia- beneficia directamente a los emprendimientos mineros Pascua Lama y Veladero de propiedad de Barrick Gold Corporation. Por su parte, al concluir su guión en esta opereta, Domínguez pidió a la jefa de estado, mostrando aquí lo mas ruin de su infame actuación, que no permitiera que se corte el paso a los camiones que van a las mineras, porque, según él, no llevan explosivos y cianuro que van a arrasar con glaciares, montañas, contaminar cursos de agua y comprometer la salud y la vida de miles de personas, sino “alimentos y medicamentos”.
Evidentemente, todo resultó una puesta en escena, que podría calificarse de comedia si no fuera que se montó en momentos en que multitudes de pobladores de provincias cordilleranas, apoyados solidariamente por mucha gente en otras provincias, están resistiendo pacíficamente y manifestando que no quieren megaminería en sus pueblos. Esta verdadera canallada que armó el estado nacional, constituyó lamentablemente un aval anticipado a una de las represiones recientes mas feroces, que la policía del gobierno kirchnerista de Catamarca desató, al día siguiente, contra una muchedumbre de pobladores en la localidad de Tinogasta que impedían sin violencia el paso de camiones mineros, y ha dado carta blanca para que por estas horas, Andalgalá se encuentre sitiada por patotas promineras armadas que, con la inconcebible indiferencia de la policía y de toda autoridad gubernamental, está amenazando a la gente del lugar, agrediendo a medios de prensa no oficialistas, e imposibilitando que nadie pueda entrar o salir de la ciudad.
En el fondo, aunque significó un auténtico papelón, el sainete “del operario Antonio”, no fue sino una demostración mas de que el gobierno nacional está comprometido hasta el hueso con el modelo extractivista megaminero, cueste las libertades y las vidas que cueste, aunque los medios oficiales se empeñen en aparentar que es ejecutado por exclusiva decisión de los gobiernos provinciales.
Por Estela Knez // estelaknez@ipodagua.com
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