El 20 de mayo un acontecimiento histórico sucederá en Buenos Aires, arribarán miles de integrantes de pueblos originarios venidos desde distintos puntos del país. Seguramente la sociedad porteña se asombrará ante tanto colorido y sonidos ancestrales, y se preguntarán de dónde salieron tantos indígenas. ¿Viven aquí, en Argentina? La marcha es un símbolo que recupera la memoria de nuestra resistencia indígena reciente, como el malón de la paz, y le ha significado a cada uno de los hermanos y hermanas grandes sacrificios, dejando sus casas, sus lugares de trabajo, sus familias, para llegar hasta esta eurocéntrica y racista ciudad, y denunciar al país los atropellos y despojos que sufren cada día en cada rincón en donde habitan.
La marcha también es un símbolo de dignidad desde donde resistimos y nos afirmamos cada día en nuestra identidad. Pero esta marcha que ellos protagonizan y en la que pretenden hablar con la máxima representante de este Estado, la Presidenta de la República, ha sido impulsada por sectores que hoy detentan el poder, ese mismo poder que nos niega a nosotros, las naciones originarias, nuestro derecho al territorio, a nuestra autodeterminación, permitiendo el despojo, saqueo y la contaminación que tanto las transnacionales extractivas como las corporaciones extractivas nacionales llevan adelante en nuestras comunidades, generando muerte y pobreza. No sólo son dos grandes columnas venidas desde puntos opuestos geográficamente, por el norte Milagro Sala; por el sur la Confederación Mapuche de Neuquén junto a otras organizaciones; son dos demandas distintas pero no dejan de ser coyunturales, la del norte cuya vocera se define así misma como indígena no logra articular un discurso identitario en el que se expresen los conceptos que hoy dan sustento a la lucha del movimiento indígena continental tales como territorio, autodeterminación, derechos culturales, la búsqueda del buen vivir, etc. Su discurso se reduce sólo a demandas sociales, reformas de políticas públicas, sin plantear una interpelación profunda al modelo de Estado ni al sistema. Mientras que la del sur enarbola la hoy muy de moda demanda de Estado plurinacional. Añadiendo a su discurso la lectura de un escenario favorable para realizar este pedido. Presiento que nuestros hermanos regresaran con los pies ampollados, y las manos vacías. Quienes los condujeron a caminar este sendero de decepción sabían que el interlocutor no es válido, no tiene autoridad moral, es un Estado genocida; desde su conformación hace ya 200 años hasta el día de hoy no ha cambiado, los sucesivos gobiernos de turno, sin excepción, han sido cómplices de las matanzas sufridas por nuestros pueblos, genocidios sobre los que no se habla ni se pide perdón, basta mirar el arrogante monumento a Roca para recordar la falta de ética y moral de este Estado, como así también la masacre de Napalpí nos lo vuelve a recordar, los despojos territoriales que hicieran conservadores, militares, radicales y peronistas, y la actual desnutrición y hambruna que está en este momento diezmando la vida de los pueblos wichi, qom, guaraníes, etc., actualmente las alianzas entre los gobiernos con las mineras, o el modelo sojero bebiéndose de a poco la vida de la tierra, el desmonte, y la desigual distribución de la tierra generándose latifundios que indigna y ofende.
Entonces, ustedes me dirán ¡¿con quién deberíamos dialogar los pueblos originarios sino es con el Estado?! Creo firmemente que debemos dialogar con el pueblo argentino y con los pueblos del mundo, creo además que es cierto que este es un momento histórico pero no porque tengamos un gobierno abierto y revolucionario, es un momento histórico porque la crisis civilizatoria que vive el mundo está llevando a despertar a la humanidad en busca de una revolución profunda que desande la huella ecológica, sacándose los zapatos occidentales hechos de textura antropocéntrica, individualista, capitalista, economicista, racista y patriarcal. Es con los piqueteros, las asambleas barriales, fábricas recuperadas, organizaciones sociales y culturales, ambientalistas, etc., con quienes debemos dialogar, articular y caminar juntos todos los malones de la paz que sean necesarios para construir una revolución política, cultural, económica, que garantice el mundo mejor y posible que nos legaron nuestros ancestros y que en 200 años de invasión de los Estados-nación ha quedado desvastado.
El 20 de mayo, la larga caminata terminará en un petitorio que se entregará en mano a la Presidenta y en él irán las esperanzas, impregnadas de cansancio, sudor, y frío de nuestros hermanos y hermanas, que adormecerá en algún cajón de algún lujoso despacho hasta empezar su peregrinaje burocrático. Muchos de nosotros también miembros de pueblos originarios que decidimos no marchar, acamparemos en la Plaza de los Congresos desde el 24 de mayo; allí encenderemos las fogatas para celebrar el encuentro entre la gente de la tierra y el pueblo argentino. El círculo de saberes, resistencias y luchas se irá constituyendo en un diálogo nuevo, empuñaremos juntos nuestra sabiduría, filosofía y espiritualidad, como armas certeras para combatir este sistema opresor que deberá ser destruido para que por fin, junto a los luchadores y luchadoras del pueblo argentino, veamos finalmente un amanecer tras una larga noche de 200 años de oscuridad.
Moira Millán
Mapuche weichafe Puelche williche
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