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La tórrida paz del verano se ha visto vio interrumpida por este nuevo “culebrón” de cabotaje que se produjo cuando uno de los dos Presidentes en ejercicio despidió al otro, pero del Banco Central. Claro que también la quietud de los cementerios se vio alterada porque privó a cuarenta millones de argentinos y una cifra indeterminada de extranjeros a seguir las peripecias de la vida, entubamiento y posterior muerte del cantante Sandro que ya se estaba dando por todas las televisoras desde cuarenta y cinco días atrás y que iba a durar hasta diciembre de 2022. Con anterioridad, el Ministerio de la Distracción Nacional y Popular con Inclusión Social y la Secretaría de la Grandísima Pauta Publicitaria habían programado en vivo y en directo “26 días con los Pomar”, “Guarden bien guardado a Zanola”, “Su Señoría habla de todo en la puerta de su casa”, “El zar y la zarista de la efedrina”, “Cómo la hicieron Néstor y Cristina”, “Posse y el gran escape de Jurassic Park”, “San Areco waterword”, más algunos episodios en programas de la tarde en donde mujeres colagenazas y extraños hombres de más extrañas vestimentas y apariencias se dicen de todo y se agarran de las mechas: todo por bulerías. Es que gobernar Argentina es tan, pero tan difícil… Como era de esperar, después de la decisión Rosada de dar de baja por decreto al presidente del Banco Central, toda la oposición salió en estampida a… oponerse, ¡qué otra casa podía hacer! Algunos de sus integrantes estaban tan lejos que lo hicieron vía correo electrónico, de esos con los que suelen inundar las redacciones haciendo de la vida de los periodistas un trabajo insalubre. Lo sorprendente es que crean que tienen derecho a unos días de sosiego como si el país estuviera de maravillas. Incluso, días antes, totalmente en otras cosas, dos autoproclamados presidenciables, Cobos y Macri, habían manifestado que querían competir con Kirchner. En ese andar no aclararon si la tenida iba a ser con Néstor, Cristina o el primogénito Máximo, porque la dinastía Kirchner cree tener cuerda para rato. Producida la remoción, en los principales matutinos porteños se publicaron encuestas en donde la mayoría de los lectores mostraba su desacuerdo con el alejamiento del funcionario por no querer liberar 6.500 millones de dólares para pagar la deuda con el Club de Paris. ¡Pero señores y señoras, caceroleros crónicos de esta nueva latitud bolivariana! ¿Por qué no estaría en condiciones la Casa Rosada de despedir a un vulgar amotinado, un ex Salomón Brothers boy, un incondicional soldado de la causa kirchnerista a quien sirvió con devoción durante todos estos años, al igual que Lavagna, Micheli o Lousteau, alejados del Poder por hache o por be después de haber hecho maravillosamente bien los deberes?, salvo que la “destitución” sea un acuerdo entre partes como los muchos que suelen descubrirse tiempo después. La separación de Martín Redrado del Banco Central es un simple golpe palaciego de la Casa Rosada, un enroque a futuro que tiene como objetivo poder seguir endeudándose en el exterior con los “amigos” de siempre de Argentina debido a los pocos recursos locales que le quedan para succionar. Si repuesto por la Justicia, podrá por un tiempo mantenerse en el Poder para asumir luego un cargo internacional o político nativo es harina de otro costal, tanto como la institucionalidad y las diversas lecciones de moral que los opositores intentan dar en vano a un matrimonio y un sistema perverso. Que uno de los Kirchner eche culpas ahora sobre el vicepresidente y la oposición se llene la boca con el papel del Congreso son naderías par la tribuna. La clase política en su conjunto sigue eludiendo el verdadero problema que es el constante pago de una deuda externa inmoral e ilegal, y la toma de nuevos préstamos adentro y afuera de sus fronteras cuando el país no tiene capacidad de repago y se encuentra por ello en una situación de tal indefensión que haría innecesaria la intervención de un ejército ocupante para someterlo. Lo demás es confundir al Club de París con el Paris Saint-Germain. http://www.correodebuenosaires.com.ar/ |
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