A mí siempre me gustó el fútbol, de joven jugarlo, ya más crecidito sólo mirarlo. Pero hace bastantes años que el fútbol ya no es lo que era. El futbol profesionalizado a ultranza y los negocios que lo rodean nos dejaron sin futbol. Ya no más esa satisfacción de apreciar la construccción colectiva y el amor a la camiseta y al club que nos daba pertenencia. Hoy tenemos este engendro mediático que sólo nos transmite los peores valores que se puedan ver: egoísmo, brutalidad, codicia, ambición desmedida, traiciones, violencia dentro y fuera de la cancha, corrupción de dirigentes, corrupción políltica y negociados multimillonarios. Todo el circo que reemplaza la ausencia del deporte como tal, se ve coronado con el farandulesco fenómeno de la prostitución de las "botineras". En fin, una porquería.
Por eso me impactó la nota de Néstor Almagro, que transcribo a continuación:
Norberto Costa
La culpa la tiene el otro
Por eso me impactó la nota de Néstor Almagro, que transcribo a continuación:
Norberto Costa
La culpa la tiene el otro
El fútbol profesional, está basado en una bipolaridad interminable, donde siempre la culpa la tiene el otro, por lo tanto, el hincha sólo piensa en que gane su equipo, sin tener en cuenta a resto. Esta filosofía, si se le puede llamar así, también existe en otros ámbitos donde el ser humano hace su presencia; pero en el fútbol, toma características particulares, dignas de analizarse. Es un fenómeno que deglute generaciones enteras, sin que haya una evolución en la conducta, que permita ir de la inconsciencia hacia la conciencia o de la violencia hacia la paz. Los dirigentes ganan millones con este negocio y no les interesa que termine; pero el agravante mayor, reside en que la gente se detiene en el tiempo, en una discusión sin sentido, donde la evolución queda suspendida y da paso al adormecimiento. Ya no importa si el campeonato de clausura empieza con el año y el de apertura a mitad de año; lo que importa es crear otro campeonato más, para que la gente hable y discuta sobre algo sin sentido. Sería verdaderamente interesante, si las hinchadas de ambos equipos enfrentados, se dividieran en grupos de 22 jugadores y jugaran al menos, una vez por semana al futbol en algún potrero, entonces sí que estarían sanos, porque practicarían un deporte en beneficio de su salud; cosa que nos hace bien a todos. Pero por hoy, sólo sirve para hacer la terapia del nunca acabar, porque toda la bronca de la semana, a consecuencia de la insatisfacción permanente, los conflictos familiares, laborales o personales, es descargada a modo de catarsis, desde la tribuna con cánticos o insultos, o tirando objetos de todo tipo, para repetir incansablemente el mismo ritual -que vende diarios, noticias radiales y televisivas, camisetas y otras cosas más-. Dicha bipolaridad, hace que por momentos ciertos jugadores sean endiosados; para luego bajarlos, sin piedad alguna y reponerlos por uno nuevo. Eso produce frustración y violencia verbal como la de Maradona, que con sus exabruptos ha conmocionado a la prensa mundial; pero es peor aún, porque nos mantiene atrapados en un estado de ficción o fantasía y la realidad, se convierte en un supuesto a demostrar. Crecer sin resolver es decrecer. Sabiduría es dolor transmutado, por lo tanto, si no trascendemos nuestras propias limitaciones, el crecimiento no es posible y nos convertimos en presas fáciles del pensamiento materialista, donde lo cuantitativo deja en segundo lugar a lo cualitativo, impidiendo encontrar en nuestro interior el Ser humano que nos habita. Un individuo así, condicionado, es carne de cañón para las guerras periódicas que pululan sobre el planeta, donde siempre la culpa la tiene el otro.
No hay duda, que el condicionamiento está en todas partes y no sólo en el fútbol, es la única manera en que aparece. Pero todos coincidimos en que adormece la conciencia y los resultados están el los escaños, siempre votamos a gente que nos traiciona. Más de lo mismo. Hoy se hacen campeonatos de futbol para niños televisados, para detectar nuevas "figuras", las que en la rueda especulativa pueden valer "millones", donde los padres se convierten en socios, de estas mentes inescrupulosas, con contratos donde el niño pasa a ser un objeto, propiedad de la empresa o el representante; la cual en algunos casos, se encarga de "educarlo". No hay duda que estamos mal de la cabeza. Hace ya 40 años estudiábamos en Psicología todo vestigio de condicionamiento en nosotros mismos; expresado a través de conductas repetitivas, no conscientes, las que convierten a la mente en mente mecánica; para que funcionemos en automático. Es obvio que personas condicionadas por las novelas, tinellilandia, el futbol "gratis", las máquinas tragamonedas; el alcohol, cigarrillo, la pornografía, las drogas, etc, son fácilmente manejables y cuando se quieren dar cuenta, ya es tarde; se ha entregado todo el patrimonio interior, familiar, regional, provincial o nacional a los designios de capitales foráneos; comprometiendo así, el futuro de las próximas generaciones. Este fenómeno, genera con frecuencia violencia familiar y social, como así, aumenta la inseguridad y la marginalidad, porque no todos llegan a cumplir las exigencias del sistema. Thoreau dijo: Lo necesario es mejor que lo superfluo, y no lo entendimos. Mientras el mundo se debate ante problemas que afectan a toda la humnidad, las cosas profundas, son secundarias y las cosas secundarias, son prioritarias. Vamos bien!!!
Con la mente mecánica, uno actúa sin observar las consecuencias y piensa, sin sentir a los demás. Responde a las características del hombre masa. Por ahora, no hay un vislumbre de cambios profundos, porque el negocio sigue funcionando a pleno; ni contar, que en algunos países hacen apuestas en todos los deportes, como si la vida fuera una riña de gallos; excepto que ocurran acontecimientos a nivel mundial que conmocionen a toda la humanidad y participen en su despertar. Mientras el ser humano este adormecido, no consciente, es condicionable y a la vez, presa de las fuerzas del inconsciente. Hay una pelítula que tiene ya muchos años, titulada Rollerball, con un guión genial, que denuncia el proceso de despersonalización de los jugadores, por el negocio del deporte, en ella trabajó James Caan; donde el objetivo era reemplazados como robots (la matrix), sin que la hinchada alcanzara a darse cuenta de dicho cambio. Justamente, el despertar de la conciencia pasa por el camino contrario, por estar basado en el valor inmenso del darse cuenta. Para cerrar, el condicionamiento es hermano de la inconsciencia y el des-condiocionamiento es la base del despertar consciente; esto es posible gracias al discernimiento, el cual nos permite diferenciar lo falso de lo verdadero; ya no como una verdad definitiva, sino como una verdad evolutiva que acompaña la expansión de la conciencia y que participa en la contrucción de una Nueva Humanidad, más solidaria y armónica.
Néstor H Almagro
La culpa la tiene el otro
El fútbol profesional, está basado en una bipolaridad interminable, donde siempre la culpa la tiene el otro, por lo tanto, el hincha sólo piensa en que gane su equipo, sin tener en cuenta a resto. Esta filosofía, si se le puede llamar así, también existe en otros ámbitos donde el ser humano hace su presencia; pero en el fútbol, toma características particulares, dignas de analizarse. Es un fenómeno que deglute generaciones enteras, sin que haya una evolución en la conducta, que permita ir de la inconsciencia hacia la conciencia o de la violencia hacia la paz. Los dirigentes ganan millones con este negocio y no les interesa que termine; pero el agravante mayor, reside en que la gente se detiene en el tiempo, en una discusión sin sentido, donde la evolución queda suspendida y da paso al adormecimiento. Ya no importa si el campeonato de clausura empieza con el año y el de apertura a mitad de año; lo que importa es crear otro campeonato más, para que la gente hable y discuta sobre algo sin sentido. Sería verdaderamente interesante, si las hinchadas de ambos equipos enfrentados, se dividieran en grupos de 22 jugadores y jugaran al menos, una vez por semana al futbol en algún potrero, entonces sí que estarían sanos, porque practicarían un deporte en beneficio de su salud; cosa que nos hace bien a todos. Pero por hoy, sólo sirve para hacer la terapia del nunca acabar, porque toda la bronca de la semana, a consecuencia de la insatisfacción permanente, los conflictos familiares, laborales o personales, es descargada a modo de catarsis, desde la tribuna con cánticos o insultos, o tirando objetos de todo tipo, para repetir incansablemente el mismo ritual -que vende diarios, noticias radiales y televisivas, camisetas y otras cosas más-. Dicha bipolaridad, hace que por momentos ciertos jugadores sean endiosados; para luego bajarlos, sin piedad alguna y reponerlos por uno nuevo. Eso produce frustración y violencia verbal como la de Maradona, que con sus exabruptos ha conmocionado a la prensa mundial; pero es peor aún, porque nos mantiene atrapados en un estado de ficción o fantasía y la realidad, se convierte en un supuesto a demostrar. Crecer sin resolver es decrecer. Sabiduría es dolor transmutado, por lo tanto, si no trascendemos nuestras propias limitaciones, el crecimiento no es posible y nos convertimos en presas fáciles del pensamiento materialista, donde lo cuantitativo deja en segundo lugar a lo cualitativo, impidiendo encontrar en nuestro interior el Ser humano que nos habita. Un individuo así, condicionado, es carne de cañón para las guerras periódicas que pululan sobre el planeta, donde siempre la culpa la tiene el otro.
No hay duda, que el condicionamiento está en todas partes y no sólo en el fútbol, es la única manera en que aparece. Pero todos coincidimos en que adormece la conciencia y los resultados están el los escaños, siempre votamos a gente que nos traiciona. Más de lo mismo. Hoy se hacen campeonatos de futbol para niños televisados, para detectar nuevas "figuras", las que en la rueda especulativa pueden valer "millones", donde los padres se convierten en socios, de estas mentes inescrupulosas, con contratos donde el niño pasa a ser un objeto, propiedad de la empresa o el representante; la cual en algunos casos, se encarga de "educarlo". No hay duda que estamos mal de la cabeza. Hace ya 40 años estudiábamos en Psicología todo vestigio de condicionamiento en nosotros mismos; expresado a través de conductas repetitivas, no conscientes, las que convierten a la mente en mente mecánica; para que funcionemos en automático. Es obvio que personas condicionadas por las novelas, tinellilandia, el futbol "gratis", las máquinas tragamonedas; el alcohol, cigarrillo, la pornografía, las drogas, etc, son fácilmente manejables y cuando se quieren dar cuenta, ya es tarde; se ha entregado todo el patrimonio interior, familiar, regional, provincial o nacional a los designios de capitales foráneos; comprometiendo así, el futuro de las próximas generaciones. Este fenómeno, genera con frecuencia violencia familiar y social, como así, aumenta la inseguridad y la marginalidad, porque no todos llegan a cumplir las exigencias del sistema. Thoreau dijo: Lo necesario es mejor que lo superfluo, y no lo entendimos. Mientras el mundo se debate ante problemas que afectan a toda la humnidad, las cosas profundas, son secundarias y las cosas secundarias, son prioritarias. Vamos bien!!!
Con la mente mecánica, uno actúa sin observar las consecuencias y piensa, sin sentir a los demás. Responde a las características del hombre masa. Por ahora, no hay un vislumbre de cambios profundos, porque el negocio sigue funcionando a pleno; ni contar, que en algunos países hacen apuestas en todos los deportes, como si la vida fuera una riña de gallos; excepto que ocurran acontecimientos a nivel mundial que conmocionen a toda la humanidad y participen en su despertar. Mientras el ser humano este adormecido, no consciente, es condicionable y a la vez, presa de las fuerzas del inconsciente. Hay una pelítula que tiene ya muchos años, titulada Rollerball, con un guión genial, que denuncia el proceso de despersonalización de los jugadores, por el negocio del deporte, en ella trabajó James Caan; donde el objetivo era reemplazados como robots (la matrix), sin que la hinchada alcanzara a darse cuenta de dicho cambio. Justamente, el despertar de la conciencia pasa por el camino contrario, por estar basado en el valor inmenso del darse cuenta. Para cerrar, el condicionamiento es hermano de la inconsciencia y el des-condiocionamiento es la base del despertar consciente; esto es posible gracias al discernimiento, el cual nos permite diferenciar lo falso de lo verdadero; ya no como una verdad definitiva, sino como una verdad evolutiva que acompaña la expansión de la conciencia y que participa en la contrucción de una Nueva Humanidad, más solidaria y armónica.
Néstor H Almagro
1 comentario:
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