Recomendado por Ginés, reemplazará a Ocaña
Juan Manzur es el nuevo ministro de Salud
Hasta ayer se desempeñó como vicegobernador de Tucumán. En junio de 2008 su gestión se empañó luego de que el senador José Cano denunció la manipulación en los índices de mortalidad infantil en su provincia.
Sanitarista, capacitado y cuestionado. Esos tres adjetivos definen al nuevo ministro de Salud nacional, Juan Luis Manzur, que asumirá mañana. El reemplazante de Graciela Ocaña –eyectada de su cargo por una mezcla letal de gripe A y presiones gremiales– era hasta hoy vicegobernador de Tucumán, una de las pocas provincias donde el kirchnerismo ganó las legislativas.Antes de asumir el puesto que ocupaba desde 2007, este médico ocupó cargos en todo el país: fue ministro de Salud provincial, gerente de epidemiología en San Luis y secretario de Salud Pública de La Matanza. Su paso por el Ejecutivo tucumano supuso un escándalo revelado por este diario: las cifras de mortalidad infantil eran manipuladas para mostrar mejores resultados de gestión.
PERFIL TÉCNICO. Nacido en Tucumán hace 40 años, tiene varios familiares curas y estrecha relación con la Iglesia. Casado y con tres hijos, es experto en cirugía general y en medicina laboral. Aunque se especializó como médico sanitarista en la UBA se autodefine como de “un perfil más técnico”. En la provincia norteña fue el principal responsable de las obras de reacondicionamiento hospitalario, particularmente en las áreas de atención primaria de la salud y pediatría. Su maestro fue el antecesor de Ocaña, Ginés González García, quien opinó que “debemos colaborar todos no sólo para enfrentar a la gripe y el dengue”. Cuando el embajador en Chile aseguró que Manzur “es la persona indicada porque junto con el gobernador José Alperovich cambiaron la historia sanitaria de Tucumán” y que “tiene resultados para mostrar”, olvidó mencionar un grave hecho dado a conocer en junio de 2008 por Crítica de la Argentina: en efecto, su logro más promocionado fue el descenso de los índices de mortalidad infantil de 25 por mil en 2003 a 12,9 por mil en 2007, pero esas cifras fueron adulteradas. Los cientos de bebés cuyo peso es inferior a los 500 gramos que nacen vivos, pero se los registra como “defunciones fetales” o “egresos por abortos”. Esa simple recategorización los deja afuera de la estadística.
ÍNDICES MORTALES. Sin mencionar la manipulación de datos, en 2007 el entonces ministro González García había elogiado la gestión de Manzur: “No conozco experiencia más rotunda donde se haya bajado a la mitad los índices de mortalidad infantil en cuatro años”. Y fue un paso más allá, cuando instó a “imitar las metodologías de medición y evaluación estadística” de la provincia. La trampa radicaba en el vertiginoso crecimiento de la mortalidad fetal: en 2006 era de 23,6 por mil, mientras que a nivel nacional sólo llegó a 8,7.
“El método usado es anotar como muertes fetales casos de mortalidad infantil”, había confirmado la epidemióloga Evelyna Chapman, quien fue removida después de dirigir la comisión encargada de revisar las historias clínicas de los bebés fallecidos. También resultó desplazada Ángela Zóttoli, ex jefa del Departamento de Series Demográficas del gobierno tucumano. Las especialistas fueron concluyentes: “Si se volvieran a registrar las muertes de neonatos según las normas internacionales y leyes argentinas, la mortalidad infantil tucumana crecería significativamente”.
Un año después de difundida la noticia, cobra particular relevancia la frase de José Cano, quien el domingo fue votado senador por el Acuerdo Cívico y Social: “Se ganan o se pierden elecciones según la tasa de mortalidad infantil, por eso es importante que las estadísticas sean creíbles”.
A partir de ahora, Juan Manzur tendrá la oportunidad de recomponer un sistema dañado, más allá de cualquier contienda electoral.
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